domingo, 30 de noviembre de 2008

el escondite de la raposa

el día nace soleado, y se está tan bien que a la raposa se le olvida retirarse a su escondrijo.

Al otro lado de la valla, el cementerio de los ingleses mantiene a raya la vegetación, no tanto por la maldición de los presentes, o mejor hay que decir de los ausentes, como por la mano de la maltrecha jardinera que se encarga del mantenimiento.



Aún en el vientre de su madre, la vida se ceba con esa horrible criatura, ni el protector líquido amniotico consigue salvarla de los golpes recibidos. Su madre se vuelve loca, fuera de sí, cuando se enteró de que su marido ha muerto en un atentado, no sin antes disparar sin compasión sobre una mujer y su pequeño hijo, confundiéndolos con los causantes del atentado: resulta que la mujer era sorda y no oyó los gritos de : "ALTO" con que el policía la reclamaba. Su niño iba pegado a su colco, sujeto con un gran sari.